Tribuna Libre|| «El Corpus más hermoso» por Francisco Zurita Martín.

Decía el padre dominico D. Juan Franco, que tan gratos recuerdos y tan hermosas palabras nos ha dejado en nuestro triduo sacramental, que el Señor nunca ha dejado de salir en procesión de Corpus y tampoco dejará de hacerlo este año.
Los cristianos tenemos la suerte de creer en un Dios cercano, que se hace uno de nosotros para entendernos tal y como somos. Fue tal su determinación para cumplir con este deseo, que eligió venir al mundo a través del vientre de una mujer. Bien podría haberlo hecho cabalgando sobre carros de fuego, rodeado de ángeles celestiales o entre estruendosos rayos y truenos. Pero, en cambio, para su primera procesión de Corpus eligió la custodia más sencilla, la más humana pero también la más hermosa.
María sintió en su seno la fuerza todopoderosa del amor del Espíritu Santo que engendró en su vientre al mismísimo Dios hecho hombre. El corazón de Jesús ya latía lleno de amor en aquel templo del Espíritu Santo que había sido la puerta de entrada de Dios a este mundo.
Ese Dios hecho hombre que vivió, obró maravillas, padeció, murió y resucitó entre nosotros es el que hoy recordamos y celebramos. Porque, siempre buscando las cosas más sencillas, más humanas, más cercanas, antes de volver al Padre que lo envió, nos dejó su presencia en forma de pan y vino para hacerse alimento y quedarse dentro de nosotros.
Con el paso del tiempo, los cristianos hemos levantado templos, tallado hermosos altares y repujado bellas custodias para exaltar la grandeza de quien es ya grande en sí mismo. Hemos enriquecido tradiciones litúrgicas con celebraciones y procesiones que han llevado al Señor por calles de nuestros pueblos y ciudades. Este año será distinto pero no menos hermoso. De hecho, como bien nos decía Juan Franco, habrá miles y miles de custodias por nuestras calles y plazas llevando a Jesús sacramentado dentro de nosotros. No serán brillantes custodias de plata, ni tampoco tan hermosas como el vientre inmaculado de María. Pero serán las custodias que Él mismo eligió aun sabiendo lo sucias e imperfectas que son.
Y nosotros, sabedores también de nuestras imperfecciones y pecados, hoy más que nunca, hemos de ser conscientes de la responsabilidad y de la oportunidad que nos brinda el Señor haciéndonos custodias suyas. Nunca podremos dejarlas limpias del todo, Él lo sabe y no le importa, pero sí que podremos darle un pequeño barrido y tratar de acogerlo en nuestra casa más dispuestos a parecernos más a Él.
Antes de que se ponga el sol, podremos llevar al Señor en nuestro cuerpo, sentir su corazón de amor latiendo dentro de nosotros como lo vivió María, y estar dispuestos a ser mejores personas que, sin duda, será la mejor custodia que jamás haya tenido.

Paco Zurita
Día del Corpus 2020

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