Desconsuelo Segundo

Las intenciones del día de hoy se aplicarán por los enfermos y fallecidos por el coronavirus y por el eterno descanso de Daniel Liñan Gómez y de Manuel de la Calle Bohórquez

Corona de los Siete Dolores

La huida a Egipto con Jesús y José.

Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las tentaciones del demonio.

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte,

Amén

Doloroso Septenario

En Honor de la mujer más amante de Jesús, de la madre más afligida, María Santísima, Madre de Dios y Madre de Pecadores, ante su soberana y hermosa imagen del

DESCONSUELO

Por la Señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo

Amén

Acto de Contrición

Dios de toda consolación y paciencia, que después de haberme criado y estampado en mi la hermosura de tu imagen, viéndola borrada por mis infinitas culpas, me mandaste a tu Hijo Eterno, para que hecho hombre, por medio de un cúmulo de tormentos, me redimiese.
Vos, Señor, que no quieres que me pierda, sino que con toda paciencia me estás aguardando, a que yo emprenda el camino de la penitencia, aquí estoy ya postrado en vuestra Soberana presencia, arrepentido de todos mis pecados, repitiendo mil veces, que me pesa en el alma de haberte ofendido, proponiendo la enmienda de mi vida y esperando en vuestra infinita misericordia, por los méritos infinitos de la Pasión de mi Señor Jesucristo y los Desconsuelos de su Santísima Madre, la gracia de ser perdonado,

Amén

Consideración

Considera alma mía a la Santísima Virgen, cuando palpitándole su amante corazón, comienza a mirar y ver ya a disponer a los sayones el acto de crucifixión y quitándole la Cruz de los hombros a su amado, lo sientan con infamia sobre una piedra, a aquel Señor, que hace de los serafines trono de su Gloria y que como lobos a un manso cordero se arrojan para arrancarle de su Santísima cabeza la corona de espinas renovando todos sus dolores.
Oh Madre llena de Desconsuelo, cuantas punzadas darían en tu corazón aquellas puntas agudas, que habiendo taladrado la Cabeza Santa de Jesús, traspasarían tu pecho con todo rigor. Yo adoro aquellas Santas heridas de la cabeza de mi redentor: benditas sean aquellas fuentes de sangre, efecto de su amor, yo te acompaño Señora en tanto Desconsuelo, ofreciéndote mi corazón y el alma con la alabanza de mis labios rezando siete Ave Marías:

  1. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
    Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
  2. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
    Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
  3. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
    Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
  4. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
    Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
  5. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
    Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
  6. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
    Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
  7. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
    Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

Oración

Bendita seas una y mil veces, Virgen Purísima, Madre de Dios y Madre de mi corazón, por este Desconsuelo que sufrió tu alma al arrancar los judíos la corona de espinas de la cabeza Sacrosanta de mi Salvador. Te pido me alcances la gracia, para que yo arranque de mi cabeza las espinas de la soberbia y de la vanidad que le preocupan, para que así sirviendo a mi Dios en la vida, merezca veros en la Gloria, Amén.

Maravillas obradas a la invocación de la Virgen Santísima del Desconsuelo

Año de 1714, el 18 de septiembre, Doña Micaela María, mujer de Don Nicolás de Torres, estuvo cinco meses mala de unos dolores tan vehementes, que la dejaron tres meses enteramente tullida de pies y manos. Llena de fe, con el mayor trabajo, se esforzó en venir a la capilla de María Santísima del Desconsuelo para hacerle una visita, fue tan de veras la súplica que hizo en su corazón, que salió buena y sana de dicha capilla.

Lecturas del día 16 de marzo de 2020, II día del Septenario. (pincha aquí)

Primera lectura
Lectura del segundo libro de los Reyes (5, 1-15)
Salmo responsorial
Salmo 41
Evangelio
Evangelio según San Lucas (4, 24-30)

Reflexión del Evangelio

Seguramente todos hemos escuchado o conversado sobre la situación de crisis vocacional sacerdotal en la Iglesia. Pero, creo que hay un aspecto también a considerar y es también la crisis de responsabilidad vocacional que los laicos deben tener en la Iglesia. “Son los cristianos comprometidos como la levadura en medio de la masa”.  Pero ¿cómo despertar en nuestras vidas adormecidas esta llamada? La verdadera crisis nace en el fondo de la falta de deseo de cambio, y un verdadero sentido de salvación y encuentro con aquel que nos creó. ¿Es posible un deseo de cambio en esta sociedad del “bienestar” de la “subvención”? ¿tenemos verdadera necesidad de que Dios nos salve cuando vivimos como si nos debieran dar las gracias por vivir? ¿encontrarnos con Dios si huimos de cualquier cosa que nos compromete en el tiempo porque nadie sabe lo que mañana puede ocurrir? ¿dónde queda la fe?
Tomemos conciencia del momento histórico decisivo en el que se encuentra la Iglesia. Tomemos conciencia de este tiempo de pandemia ¿qué nos pide Dios? Hoy más si cabe en la Iglesia el hombre debe encontrar razones para esperar en el Señor. “Cielo y tierra pasarán pero mis palabras no pasarán”.
Que vivamos nuestra vocación bautismal como Naamán el sirio que hemos escuchado en la primera lectura y nos muestra el esquema de cómo encontrarnos con Dios: 1-Reconocimiento de nuestras lepras, 2- Dejarse aconsejar y guiar por otro, 3-Sentir la necesidad de curarse, 4-obrarse el milagro de la fe que solo Dios nos concede, y 5-Profesar la fe. Que esta hermandad redescubra cada día en el encuentro con el Señor la llamada de su vocación. Pongo esta intención en las manos desconsoladas de María la mujer de fe que porta en ese pañuelo nuestras vidas. Así sea.

P. Miguel Ángel Aguado Mesa, O. de M.

Comunión Espiritual

Creo, Jesús mío,
que estás real
y verdaderamente en el cielo
y en el Santísimo Sacramento del Altar.
Os amo sobre todas las cosas
y deseo vivamente recibirte
dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo
ahora sacramentalmente,
venid al menos
espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya os hubiese recibido,
os abrazo y me uno del todo a Ti.
Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti.
Amén

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