Desconsuelo Tercero

Las intenciones del día de hoy se aplicarán por los enfermos y fallecidos por el coronavirus, así como por el eterno descanso de Jesús Sampalo Romero y de Rafael Cecilia Montesinos

Corona de los Siete Dolores

La pérdida de Jesús.

Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.

Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

Doloroso Septenario

En Honor de la mujer más amante de Jesús, de la madre más afligida, María Santísima, Madre de Dios y Madre de Pecadores, ante su soberana y hermosa imagen del

DESCONSUELO

Por la Señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Acto de Contrición

Dios de toda consolación y paciencia, que después de haberme criado y estampado en mi la hermosura de tu imagen, viéndola borrada por mis infinitas culpas, me mandaste a tu Hijo Eterno, para que hecho hombre, por medio de un cúmulo de tormentos, me redimiese.
Vos, Señor, que no quieres que me pierda, sino que con toda paciencia me estás aguardando, a que yo emprenda el camino de la penitencia, aquí estoy ya postrado en vuestra Soberana presencia, arrepentido de todos mis pecados, repitiendo mil veces, que me pesa en el alma de haberte ofendido, proponiendo la enmienda de mi vida y esperando en vuestra infinita misericordia, por los méritos infinitos de la Pasión de mi Señor Jesucristo y los Desconsuelos de su Santísima Madre, la gracia de ser perdonado, Amén.

Consideración

Considera alma mía a la Santísima Virgen, mirando sobre aquel monte de hito en hito a su amadísimo Hijo, al que habiéndole quitado los cueles sayones con inhumanidad la corona de espinas, siguieron a quitarle la túnica, que cubría las carnes Santísimas de Jesús, como lo ejecutaron con la mayor crueldad, volviendo a abrir todas las heridas de su Santísimo Cuerpo. Considera a esta Madre toda llena de pea, al mirar el cuerpo de su Hijo todo bañado en sangre, y tirada por aquellos suelos la túnica, que le había hecho con sus manos, toda ensangrentada con el vilipendio. Acompañemos a María en este Desconsuelo, rezándole devotamente siete Ave Marías.

  1. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
    Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
  2. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
    Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
  3. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
    Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
  4. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
    Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
  5. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
    Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
  6. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
    Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.
  7. Dios te salve María, llena eres de Gracia, el Señor es contigo, bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
    Santa María, Madre de Dios, Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

Oración

Bendita seas mil veces, Virgen Purísima, Desconsolada Madre de mi Señor Jesucristo. Yo te alabo y te bendigo, por ese Desconsuelo que tuviste Señora, viendo a tu Hijo todo bañado en sangre, por haberle con todo rigor, arrancándole la preciosa túnica, que cubría a mi salvador. Haced Señora mía, que yo rocíe mis vestidos con modestia cristiana, arrancando de mi cuantos no sean de agrado a Dios, para que de esta suerte sirva a mi Jesús en la vida, y merezca verle en la Gloria,  Amen.

Maravillas obradas a la invocación de la Virgen Santísima del Desconsuelo

María Margarita, hija de D. Francisco Varela y de Dª María de Arias, estando enferma del vientre por el dilatado tiempo de once años, sin haber remedio humano los médicos, que la visitaban con el fin de aliviarla, se encomendó de veras a María Santísima del Desconsuelo y repentinamente se halló buena y sana. En el año de 1713, día 27 de diciembre.

Lecturas del día 17 de marzo de 2020 (pinche aquí)
Primera lectura
Lectura de la profecia de Daniel (3,25.34-43)
Salmo
Salmo 24
Evangelio
Evangelio según san Mateo (18,21-35)
Comentario del Evangelio

“Acepta nuestro corazón contrito, y nuestro espíritu humilde, que este sea hoy nuestro sacrificio”, nos dice la 1ª lectura en boca del joven Azarías. Últimamente el arrepentimiento, el perdón se ven más como signo de debilidad. El delatarnos en nuestros errores sentimos que nos aniquila ¿Entonces… tiene sentido hablar de misericordia, de cuaresma y de tiempo penitencial? Sería un suicidio entonces, porque al parecer, iríamos en contra de nosotros mismos. Si ayer hablamos de la crisis vocacional hoy les quiero poner por delante la crisis del sacramento de la reconciliación. “Yo me confieso con Dios”, “Si yo no mato a nadie” (¡Dios nos libre!) Son expresiones muy utilizadas, pero en el fondo no dejan de ser un intento por justificarnos a nosotros mismos, por auto-perdonarnos, sin dejar a Dios que nos justifique con su misericordia. La dinámica salvífica de Jesús pasa por experimentar en nuestra vida que Dios nos perdona, que Dios me ama no por atribuirme logros y méritos, sino por mi torpeza, infidelidad, y cuando sentimos el azote de la discordia. Es ahí donde parece que solo hay oscuridad puede resplandecer el amor de Dios.
Por eso quien no se aventura a adentrarse en su conciencia donde solo Dios y nosotros habitamos, nunca habrá experimentado la trascendencia del amor de Dios. Ser perdonados inevitablemente nos traslada a una visión de nuestra realidad trascendental de redención y liberación. Pero ojo, la misericordia de Dios es Don, y es tarea: “Hasta setenta veces siete”. Dios nos confía el perdón para comunicar a los demás su misericordia. Que esta cadena de redención no se trunque, sino que descienda sobre cada uno de nosotros. Pidámosle a la Stma. Virgen del Desconsuelo que nos enseñe a pedir perdón, ella que supo acoger a los discípulos de su Hijo que lo abandonaron, negaron, entregaron… Ella nos vuelve a reunir y nos invita a pedir perdón y repartirlo en el nombre de su Hijo. Así sea.”
P. Miguel Ángel Aguado Mesa, O. de M.

Comunión Espiritual

Creo, Jesús mío,
que estás real
y verdaderamente en el cielo
y en el Santísimo Sacramento del Altar.
Os amo sobre todas las cosas
y deseo vivamente recibirte
dentro de mi alma,
pero no pudiendo hacerlo
ahora sacramentalmente,
venid al menos
espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya os hubiese recibido,
os abrazo y me uno del todo a Ti.
Señor, no permitas que jamás me aparte de Ti. Amén

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