QUERIDO AGUSTÍN.

Te fuistes demasiado de prisa, Agustín.
Te echaremos de menos.
Agustín era de esas personas cercanas y queridas, valoradas más por su profesionalidad y por sus cualidades artísticas que por sus indudables valores humanos, que quedaban escondidos bajo esa careta de aparente seriedad.
Con María formó una familia maravillosa. Vivían por y para su negocio y su barrio, al que defendió cuando el centro histórico no estaba tan de moda y la emigración de los vecinos a los modernos pisos del extrarradio parecía una obligación.
Agustín Pérez era una persona profundamente religiosa y comprometida.
Las dificultades no suponían un impedimento para alcanzar las metas que se proponía. El tesón y el trabajo era su secreto.
Querido Agustín, sabemos que desde ese lugar del paraíso que a partir de ahora será tu casa, llenarás el espacio de color y de música. Tanto que las palmeras de tu plaza del Mercado, que ya te echan de menos, se empinarán para verte y no olvidar a ese vecino que siempre fue su mejor amigo.
Amigo Agustín, no dejes de hablarle de Jerez a todos los que ahí te acompañan, nunca tuvimos mejor embajador.
Los que seguimos aquí, continuaremos mirando todos los días al cielo para ver a la estrella más artística del firmamento; sabemos que detrás de ella estarás siempre tu cuidando de tu familia, de tu hermandad y de tu barrio.
Un abrazo.

Fernando Martín.

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