Tribuna Libre|| «Martes Santo» por D. Luis Salado de la Riva

Los que me conocen saben que si hay un día en el año en el que soy inmensamente feliz, ese es el Martes Santo.
No sé cómo será el Cielo. Pero quizás tenga que ver con esa sensación que experimento cuando cada Martes Santo, sobre las cuatro de la tarde, accedo por la puerta de San Blas al Templo de San Mateo y giro mi cabeza hasta el presbiterio donde se encuentran las dos joyas de la Semana Santa de Jerez: los pasos de Nuestro Padre Jesús de las Penas y María Santísima del Desconsuelo, radiantes de flores y encendidos con todos sus codales y candelería. El Señor de Jerez y su Madre, son capaces cada año de ponerme un nudo en la garganta y hacerme sentir que si el Cielo es posible visitarlo en esta tierra, tengo el privilegio de pisarlo cada tarde de Martes Santo en los medios de San Mateo.

Desde que hice mi primera comunión y mis padres me regalaron «apuntarme a los judíos de San Mateo», no he faltado ningún Martes Santo a esa cita tan especial. Por muy dolorosas y desconcertantes que haya sido las vicisitudes de mi vida, siempre he estado allí.
Recuerdo el Martes Santo del año 2009 con mi padre ingresado en San Juan de Dios, como salí del sanatorio un momentito, y me dirigí calle Taxdirt abajo, con el corazón encogido en un puño de emoción, a ver a mi Señor de las Penas revirar de la calle Justicia a la calle San Juan, para después volverme al Hospital junto a mi padre, con el consuelo de haber experimentado que, una vez más, mi Cristo de las Penas estaba conmigo.
Siempre he sentido ese compromiso y esa satisfacción de no poder ausentarme del lado de mi Señor y de mi Virgen, porque ellos nunca me han dejado a mí. Durante mi vida, los he invocado muchas veces,… muchísimas veces… en buenos, y no tan buenos momentos, y he experimentado que nunca me ha faltado la bendicion y la proteccion de ambos, y que me han mantenido de pie y firme en la fe.

Pero este Martes Santo no podrá ser. Este Martes Santo no podré disfrutar de la sublime visión de mi Señor de las Penas y mi Madre del Desconsuelo, no podré recrearme en ese característico olor a humedad que perfuma el decano de los Templos de Jerez, este Martes Santo no podré emocionarme con ese sonido del himno de España que quiebra mi alma cuando a mi Señor le empiezan a rozar los rayos del sol en su cara, este Martes Santo no sentiré el tacto de mis lágrimas sobre mis mejillas cuando me vea identificado con ese San Juan bendito que trata de consolar a la que es puro Desconsuelo,… tampoco podré saborear ese bocadillo de jamón con una lata de cocacola que sabe a gloria, y que mi madre, desde niño, me preparaba para cuando al llegar a casa me fuera más liviano el dolor de pies y riñones.

Que triste será para mi este Martes Santo, porque, aunque algún año haya llovido, y no pudiera vivir alguno de estos momentos… siempre me quedaba el consuelo de haber estado en San Mateo cada Martes Santo… Pero este año… no será posible. Este año no habrá himnos, ni olores a humedad, no habrá cansancio de riñones, ni de pies,… ni bocadillo de jamón.
Este año habrá la mayor de las penitencias para los que como yo, aprendimos a rezar mirándole a la cara al Señor de las Penas y a su Madre María Santísima del Desconsuelo… Este Martes Santo,… no sé dónde me voy a meter en casa cuando den las cinco y media de la tarde y no pueda estar con vosotros.

Escribo esta carta pública para hacerle llegar a mis imágenes titulares, que aunque el Martes no podré estar allí junto a ellas, espero que sigan sintiendo el cariño de los centenares de hermanos que vestimos orgullosos por todo Jerez, esa túnica rojinegra que este año desgraciadamente seguirá en el altillo de nuestros armarios.
No dejéis de protegernos y de dadnos vuestra bendición. Cuidadnos a todos, muy especialmente a los más débiles y vulnerables.

Señor de las Penas quiero darte las gracias, porque tu bendición y tu actitud orante me han sostenido siempre en mi vida, y quiero decirte Madre del Desconsuelo que te quiero. Que aunque no vaya a verte a diario, eres mi sostén y refugio en cada momento de mi vida.

No sé cuando podremos vernos otra vez en vuestra santa casa… espero que pronto podamos reunirnos en torno a vosotros en San Mateo, con la alegría de celebrar que toda esta pesadilla pasó. Mientras eso llegue… mi oración a los dos por todos los enfermos, por todos los difuntos, por todas las personas que nos cuidan incansablemente y … por todos los que de alguna u otra manera nos vemos o nos veremos afectados por esta pandemia.

Nuestro Padre y Señor de las Penas. Ten Piedad y Misericordia de Nosotros
María Santísima del Desconsuelo. Ruega por nosotros.
San Juan, San Mateo y San Blas, Rogad por nosotros.

Luis Salado de la Riva.
Sacerdote y Hermano del Desconsuelo.

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